Como Segismundo, pero al revés...

El genio de la lámpara, mientras esperaba, se esforzaba por llevar una vida normal.
Sin embargo, por problemas de espacio, tenía que conformarse con hacerlo solamente con su imaginación.
Así, día tras día fue soñando una vida, con sus alegrías y sus sinsabores, cargada de rutinas y, de vez en cuando, alguna sorpresa.
Soñó una cama y una esposa, dos hijos traviesos, vacaciones en el pueblo, una suegra y una madre.
Soñó un despertador y un atasco, café de máquina, algunos cumpleaños, la caña de la una, hacienda... hasta que un día, bruscamente, soñó que se moría.
"Vaya por Dios" -pensó- "curioso momento para ponerse a frotar la lámpara".

Comentarios

  1. Ya te lo he dicho en el blog del club, pero te lo repito, me gusta este microrelato ¿por qué no lo mandas a algún concurso?. Besitos. Pepi.

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  2. Yo también me voy a repetir, ea. Lo que le pasa al genio nos pasa a todos. Cuando abrimos los ojos nos encontramos cara a cara con la realidad. Sin embargo, es bueno tener sueños, nos llena de esperanza.

    Besos

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