¿Por qué escribo?

Esa faceta tuya no la conocía yo. Madre mía, ¿de dónde sacas el tiempo?

Me lo suelen decir de vez en cuando algunas personas de mi entorno (sobre todo compañeros de trabajo) cuando se enteran de que me gusta escribir. Y esa observación no deja de sorprenderme, porque siempre he pensado que cuando algo te hace disfrutar, sacas tiempo hasta de debajo de las piedras para dedicarte a ello. Y a mí no es que me guste escribir: es que lo necesito. No hay más.

Sé que jamás me ganaré la vida con esto. Pero es que no lo hago por dinero.
Sé que hay muchísima gente que escribe, con talento a raudales, y me alegro de que así sea, porque es un síntoma de la buena salud cultural de una sociedad. Tampoco lo hago por reconocimiento.
No es exactamente una afición. 
A veces ha podido ser incluso una terapia, pero tampoco es exactamente por eso.

Escribo porque necesito contar parte de la vida que fluye dentro de mí.

Y mejor o peor relatadas, con más o menos acierto, con o sin chispa, con mejor o peor estilo, lo realmente cierto es que, aquellas historias que tú no cuentes, nadie podrá contarlas por ti.

Me gusta escribir como me gusta llenarme los pulmones de aire fresco en mitad del monte, o beber agua de la palma de mi mano en el nacimiento de un río. De la misma manera que me puedo quedar varios minutos observando una hoja en el suelo, en pleno otoño. Igual que disfruto hundiendo mis pies en la arena en las noches de verano, junto a una playa. Como me absorbe el vuelo de una abeja sobre las flores de mis macetas.
Me da serenidad. Me reconcilia con el tiempo que no me dedico.

Me sorprende el poder de las historias para inventarse a sí mismas. A veces tengo la impresión de ser un simple medium, que pone sus manos como vínculo entre dos mundos que no sabrían conectarse de otra forma. Porque en muchísimas ocasiones, yo sólo invento las primeras frases, y el resto se escriben solas, y hasta discurren por caminos que yo jamás habría imaginado.

Sí, lo confieso. La mayor parte de las veces escribo por curiosidad. Para saber de una vez por todas cómo terminaba aquella historia.

Comentarios

  1. Paula como te entiendo, a veces el no escribir me provoca hasta malestar físico. Necesito coger el boligrafo ( soy de la vieja escuela)y dejar que el tiempo me ayude para expresar lo que me bulle por dentro. Pienso que sea malo o bueno, debo compartir con los demás lo que escribo y si a nadie le interesa, lo miraré yo. Besos.

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  2. En tu caso, si no escribieras, nos privarías al resto del mundo del placer de leer tus textos.
    ¡Enhorabuena por lo de Sol Mestizo!

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